Hemos
tenido la necesidad de una compañía, pienso, por ejemplo, en mi papá y en todas
su parejas, luego pienso en mi mamá (que ha sido más independiente en ese
aspecto) y confirmo que esta dependencia proviene del lado paterno. Pero
dejando de lado la parte compañía-sentimental, menciono que soy la tercera de
cuatro hermanas. Mi hermana Ana y mi hermana Karen siempre vieron por mí; mi
mamá, de cierta manera, me sobreprotegió porque me veía muy “menudita” tal es
el caso que hasta los cinco años me mandó al kínder porque jamás me vio “preparada”
para estar sin protección. Mi abuela
también me cuidaba mucho y así la familia. Luego fui creciendo y como saco, fui
buscando perchero de donde colgar. Mi familia (padres, hermanas, sobrino, abuela) ha
estado ahí para mí, así pues, no he estado extremadamente sola. Ahora me
enfrento a situaciones en las que debo estar sola, y casi no lo digo pero sí me
da miedo. Al hallarme en este caso, mando mensajes y ya, estoy en compañía. Me
da gracia aceptar que esto me pasa. Por otro lado, no sé por qué las circunstancias
me han orillado a personas que me protegen (llámense familia, profesores,
parejas, amistades…), siento como si fuera algo normal. En algún momento debo
aprender a vivir fuera de un cascaron, imagínate, un día viajo sola y me pierdo
y qué haré. Por ese lado me siento incompleta, sé que las personas cercanas a
mí necesitan de una Brenda entera y no de una desvencijada que requiera siempre
de alguien para andar. En fin, quise metaforizar la pena que llevo actualmente,
necesitaba escribir. Ya sabes que este ejercicio ayuda a veces. Me sorprende
retener el llanto y darle a las teclas. Ayuda mucho negarse a escribir el
verdadero dolor y sacar otras cosas.
Tarde o
temprano narraré la ausencia que llevaré por el resto de mis días. Estoy muy
triste pero también tranquila.
Allá en
donde estés, mira, seré valiente porque me mostraste que es posible; tú lo
fuiste.