Te escribo —sólo— porque
tengo necesidad de leerte. Poco hago distanciándome de lo que alguna vez
fuimos. Respuestas cortas, intensas. En cada diálogo había un golpe que nos
hacía estallar. Tus preguntas, mi poca fuerza. Cuánto dolor en no poder ser, en
planear cosas desde lejos, en tocar nuestros rostros suponiendo que las manos
eran del otro.
Te escribo porque te
pienso, porque estás ahí, como yo, en silencio. Y recuerdo y hay peligro en
ello.
Busco la réplica, te utilizo, como todo lo que me haga llegar a ti.