Son
las siete con siete, me iré de aquí a las ocho. Llegaré a casa
a las nueve y media. Quiero que estés a mi regreso, y así todos los
días hasta que olvide para siempre que nunca volverás a
estar...
octubre 13, 2016
Creciente

octubre 12, 2016
Debo escribir
mucho, debo vaciarme. En algún momento diré que fue la peor época de mi vida. Que
ya, quedó registrada tanta jodida suerte.
Debo escribir. Escribir
escribir escribir escribir escribir

octubre 06, 2016
Hemos
tenido la necesidad de una compañía, pienso, por ejemplo, en mi papá y en todas
su parejas, luego pienso en mi mamá (que ha sido más independiente en ese
aspecto) y confirmo que esta dependencia proviene del lado paterno. Pero
dejando de lado la parte compañía-sentimental, menciono que soy la tercera de
cuatro hermanas. Mi hermana Ana y mi hermana Karen siempre vieron por mí; mi
mamá, de cierta manera, me sobreprotegió porque me veía muy “menudita” tal es
el caso que hasta los cinco años me mandó al kínder porque jamás me vio “preparada”
para estar sin protección. Mi abuela
también me cuidaba mucho y así la familia. Luego fui creciendo y como saco, fui
buscando perchero de donde colgar. Mi familia (padres, hermanas, sobrino, abuela) ha
estado ahí para mí, así pues, no he estado extremadamente sola. Ahora me
enfrento a situaciones en las que debo estar sola, y casi no lo digo pero sí me
da miedo. Al hallarme en este caso, mando mensajes y ya, estoy en compañía. Me
da gracia aceptar que esto me pasa. Por otro lado, no sé por qué las circunstancias
me han orillado a personas que me protegen (llámense familia, profesores,
parejas, amistades…), siento como si fuera algo normal. En algún momento debo
aprender a vivir fuera de un cascaron, imagínate, un día viajo sola y me pierdo
y qué haré. Por ese lado me siento incompleta, sé que las personas cercanas a
mí necesitan de una Brenda entera y no de una desvencijada que requiera siempre
de alguien para andar. En fin, quise metaforizar la pena que llevo actualmente,
necesitaba escribir. Ya sabes que este ejercicio ayuda a veces. Me sorprende
retener el llanto y darle a las teclas. Ayuda mucho negarse a escribir el
verdadero dolor y sacar otras cosas.
Tarde o
temprano narraré la ausencia que llevaré por el resto de mis días. Estoy muy
triste pero también tranquila.
Allá en
donde estés, mira, seré valiente porque me mostraste que es posible; tú lo
fuiste.

septiembre 18, 2016
(Has sentido, ese vacío, esa vida destruida. Te has sentido destruida, has sido vida. Te has levantado de la cama, sin querer hacerlo, has visto a tus padres, has visto a tu familia. Te sorprende, que nada de eso te pertenezca. Has bajado, has bajado poco a poco en un féretro, te has visto muerta, te has visto destruida. Han llegado a ti, todas esas ruinas, has tenido que deconstruir bajo el sol. Has tenido que gritar, en medio de tantos vivos. Has dicho que la autodestrucción no se quita si sigues despierta. Has estado despierta. Te ves. Te odias. Has odiado, realmente odiado, a la misma persona que siempre está detrás, enfrente, a un costado de ti. Te odias, claramente. Has caminado, tanto. Has caído, tanto. Has vencido, te lo aseguro).

Voy a contarte algo:
Abrí este blog porque me gustaba
alguien que también tenía uno, entonces ambos escribíamos y nos leíamos. Tengo ese
lado cursi, ¿sabes? Luego él ya no escribía, pero yo sí. Él se fue, y yo me
quedé. Seguí escribiendo.
Un día, recibí
una noticia que destruyó una parte de mí (fue algo que afectó directamente las
convicciones de mi futuro, no me gusta hablar de eso, a veces no me gusta
hablar de ciertos temas con nadie, de verdad, con nadie), y me alejé de todos,
y lo único que me quedó fue este blog para confesar todo eso que sentía, que me
hería. Después, mucho después, mi vida más o menos mejoró. Borré muchas
entradas que tenía aquí porque lo único que me provocaban era sufrimiento. Dejé
lo que más o menos me representaba. Siempre que vuelvo acá, es porque estoy
mal, y subo algo y digo, “bueno, ahí se va” como un mensaje dentro de una
botella en el mar. Trato de dejarlo todo aquí, no es posible. En fin, intento
hacer algo por mí.
Quiero
mucho este espacio porque es mío, esa sensación de libertad realmente me
alivia. Me gusta saber que hay alguien leyéndome y a su vez, identificándose con
algo que comparto.
Sólo es eso.
B.

agosto 31, 2016
Elegir
Estoy enferma,
enferma estoy, estoy bien enferma, insoportablemente enferma, enferma enferma
enferma.
Lo que hice sólo lo
puede hacer una persona [ ].No tuve otra opción, nadie estuvo ahí para decirme lo contrario.
Actúas sobre tus pasiones sin saber el daño que puedes causar.
Ningún daño.
Decía que debo
experimentar toda clase de emociones.
Quiero…
Vales madre.

julio 20, 2016
A modo de hazaña
Escuchar ese
horrible sonido que generan cuando mastican con la boca abierta me obligó a
escribir.
Yo estaba
leyendo, y me gustaba, me gusta leer pero me esfuerzo en abandonarlo. De pronto vino a mi cabeza todas esas ideas que salen cuando quieres leer con suma
atención. Mi futuro, el dinero, la pérdida. Bueno, la vez pasada escribí que la
lectura produce sufrimiento; lo confirmo. Ahora pienso que me siento como
aquella banca que nadie habitará de amor, nadie recordará, estará ahí, en medio
del parque, soportando lluvia, calor, nadie la va a llenar de una historia, de
un final. Todo es insignificante ahora, nada me levanta, nada me mueve, mi
cuerpo apenas y responde a lo que quiero. Hago lo que me digo, ve camina, lee,
ama, olvida. Sigo encarcelada en esto que es ilegible a mi entendimiento. ¿Qué
haría mi yo del pasado? Escribiría, claro. Esa práctica era la única que me
salvaba de mí. Y ya no lo hago, por temor, vaya temor. Digo, esto no sirve, lo
hubiera hecho mejor. El autoestima, se lo acabaron mis parientes. Recuerdo aquella
frase que dice que un escritor no tiene familia. ¿Yo qué soy? ¿Familiar de
quién? Ahora heme aquí tratando de recuperar eso que construí en el pasado y
que destruí en mi presen… no importa. Ni siquiera tengo un té cerca, café,
¡agua! Nada. Me ahogo en este mutismo que casi nadie logra comprender, ni yo.
No juzgo. Anoche acepté una vez más que le hace falta análisis serio a mi situación,
ya sabes, otra vez que alguien que sepa me escuche y diga: debes enfrentar tus
temores, ¡debes actuar! Pero no, ¿sabes? No estoy lista para escuchar algo que
ya sé, ¿cuándo estaré lista? Digo, no quiero hablar de esto, no quiero hacer lo
otro, lo haré después. No estoy viviendo, claramente. Por cierto, también dije que
he estado toda mi vida deprimida y que no sé distinguir cuando estoy viviendo.
Cierto. ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Allá afuera hay un sonido de guerra que
escucho a cada rato, ¿y?

julio 13, 2016
Reseña
Cementerio de vivos
Brenda
Castillo
Guadalupe
Nettel, Después del invierno,
Anagrama,
Barcelona, 2014, 270 p.
Para
saber que se está vivo es necesario haber muerto. O por lo menos eso es lo que
se percibe en Después del invierno, libro
que incita a conocer dos historias que se enlazan entre sí. Gráficamente sería
un camino bifurcado que toma de la mano al conductor para guiarlo por un sólo
camino, a pesar de que éste sea siempre de dos.
Después
del invierno nos cuenta la historia de Claudio y Cecilia, seres ordinarios
dentro de un cementerio que se extiende entre París y Nueva York. El primero
rechaza la convivencia con la humanidad mientras que la segunda sufre por ser rechazada. Claudio, de procedencia cubana, vive
en Nueva York, es editor y mantiene una compleja relación con Ruth, mujer
quince años mayor que él. Cecilia, mujer de origen oaxaqueño, tiene que mudarse
a París para continuar con sus estudios, ahí conoce a Haydée y a Tom, pilares
en su estancia europea.
La
manera en la que se va formando la vida de Cecilia logra parecerse a la Carta a una señorita en París de Julio
Cortázar; no obstante, en ella no abundan los conejitos, sino los fantasmas.
Fantasmas que ella busca a través de su ventana que da a un cementerio, o a
través de la pared que da al departamento de Tom, o en las personas con las que
no logra encajar. En el caso de Claudio, El
extranjero de Albert Camus es la
historia que coincide con la suya a lo largo de la novela, puesto que en ambos
casos los personajes principales evidencian un hartazgo hacia su realidad y
reaccionan mediante sus peores impulsos.
Guadalupe Nettel, autora de este
libro, utiliza una doble temporalidad para mencionar la contextualidad de sus
protagonistas y así entender el carácter de cada uno de ellos. Este tipo de
recurso es usado por varios autores para no describir de golpe la psicología de
los personajes, sino para hacerlo conforme pasan los capítulos y con dos voces
narrativas. Tal es el caso de Mónica Lavín en Hotel Limbo quien sigue este hilo literario.
Después del invierno recupera
un bagaje cultural para señalar posiblemente los conocimientos de la autora, al
igual que otros de sus contemporáneos, Guillermo Fadanelli, por ejemplo, deja
que sus personajes puntualicen las lecturas que han leído y así describir el estilo
de autores que ella maneja: Dick, Burton, Vallejo, entre otros.
Por
otra parte, Cecilia y Claudio cuentan con ideales propios, formas particulares
de solucionar sus complejos. Claudio opta por ser el ente dominante, demanda doblegar
a alguien (Ruth) para sentir que todo lo tiene bajo control. Por su parte,
Cecilia es un ente que requiere ser dominada, probablemente esto sea a causa de
la ausencia de su madre en la infancia, o la necesidad de compañía en su edad
adulta. Estos dos extraños coinciden en sus sensaciones, en ocasiones percibí
una misma voz, tanto Claudio como Cecilia se alejaron de sus raíces para
templarse del país que habitan.
Así
pues, en esta novela podemos visualizar la problemática que sufren los
individuos que viven en otros países, cómo se relacionan con las personas a su
alrededor y cómo éstas los aceptan o no. La sensación que produce su lectura es
de intriga, orfandad, aislamiento, extrañeza. De repente se está dentro de un
enorme cementerio el cual es habitado por gente viva, gente que se deja influir
por sus fobias, pasiones y resentimientos: “Los instintos, los impulsos, las
necesidades físicas son dignas de todo nuestro desprecio”. En un principio, los
personajes se reúsan a sentir aquello que todos los demás sienten y optan por
enclaustrarse en sus profundas contrariedades. Cuando Claudio y Cecilia se
conocen, esto cambia y ambos acceden a aquello que tanto temían: al amor, al vivir,
a compartir las necesidades del otro, a intentar entenderlas.
El
libro lo lleva por nombre pero también las palabras nos envuelven en esa
sensación gélida y melancólica, el eterno invierno que duele el doble cuando
alguien se va, cuando el medio para sentir una caricia es a través de la
práctica epistolar, cuando lo que se quiere no es lo que se tiene. Y cuando se
tiene, produce tedio, temor, amor. La novela maneja el tiempo de forma precisa,
nada es casualidad, todo está donde tiene que estar, con quien tiene que estar.
Los personajes siguen este camino bifurcado, en ocasiones llegan a coincidir y
en otras a andar por otros rumbos sin dejar de tomar en cuenta el primero. El
fluir de su narrativa es la brizna de alguna parte que conecta con la piel.
Claudio
y Cecilia se conocen en un punto de abandono, ambos recién deshabitados de
personas. Cecilia, susceptible por la partida de Tom, toma a Claudio como paño
de espera y ve los aspectos que éste se niega a ver de sí. Él, harto de las
múltiples dolencias de Ruth, ve en Cecilia la mujer sana, aseada, inteligente, joven, desprotegida de cariño y de
conocimientos. La adopta y se obsesiona, ve en ella aspectos que en realidad
no profesa pero que logran construir en
Claudio un ideal de mujer única, única para él y sus necesidades… “Permanecimos
abrazados varios minutos en la entrada, aguantando la respiración, como dos
seres que esperan el inminente fin del mundo”, como en El amante de Marguerite Duras, donde a pesar de todo, al final, el
amor es el que realmente duele.
Coincido
cuando Carlos Zanón dice en “Sentencia de vida”, crítica que escribió sobre
esta novela, que Nettel nos lleva a un límite, a reconocer que las conclusiones
no siempre son favorables y que toda causa tiene su efecto. Y también menciona
el clima, las ciudades distantes, el refugio, el exilio, la intolerable
permanencia con uno mismo. Por añadidura, nos invita a perseguir a la escritora
no sólo en esta novela sino en las huellas que vaya dejando.
Por
otro lado, Después del invierno te
brinda una visión real del mundo y te permite reflexionar sobre la manera en la
que los individuos nos habitamos, nos repelemos, nos desconocemos como
humanidad. Para saber que se está vivo es necesario haber muerto, morir dentro
de una persona, afuera de tu país, en el amor, en la distancia, en el odio, en
los recuerdos. Después del invierno saldrá el sol, eso es indiscutible, hasta
el momento. Pase lo que pase, nadie es indispensable en esta vida porque ahí
seguirá la luz. Estamos aquí para ser, de lo contrario sólo somos fantasmas que
andan por ahí igualando sombras.

febrero 07, 2016
Seis películas para prolongar la agonía (primera parte)
En una de mis cintas predilectas
aparece el salmo: “Si quiere acabar con su vida, no necesita matarse”, y sí,
sólo necesita vivir para estar muriendo, y esas cosas.
En esta ocasión la encuesta
en Twitter fue películas o novelas, usted, apreciable lector, escogió películas;
así que hoy, un domingo tóxico, le recomendaré los seis largometrajes que
desvencijaron mi alma. Sí, una vez más esta lista estará basada en mi gusto
personal, perdone. Por otro lado, dividí la lista para recomendar más. [Traté de poner las “menos
conocidas” pero creo que fallé en el intento. En fin…]
6.- La tumba de las luciérnagas de Isao Takahata (1988): Me era
necesario comenzar esta lista con algo de Ghibli porque considero que es fascinante su trabajo y éste, en particular, arde. Arde la impotencia, la
realidad y la ternura. Habla sobre dos hermanitos que sufren mucho por la culpa
de gente que usa armas para engordar su poder… ¿Te suena familiar?
5.- Candy de Neil Armfield (2006): El poeta y la artista
juntan su abismo para llegar al límite; ¿qué tan mal estás para destruirte por
el otro? o ¿qué tan mal está la estructura social para engendrar a personas así?
Bueh, es una película dramática y mira, cada que leas “drama” debes tomar en
cuenta que el final no será convencional porque de eso va el drama. Pero
apuesta por éste, porque si no lo haces un dios griego morirá en un Starbucks.
4.- Repugnante de Jon S. Baird (2013): Si viste Trainspotting,
esta cinta te gustará [Dato, ambas están inspiradas en las novelas de Irvine
Welsh], [consejo, si no has visto Trainspotting,
vela (no entra en la lista porque consideré es una película bastante
conocida pero es de mis favoritas)]. Repugnante habla sobre un detective que se pasa de
cabrón y a su vida le llega eso que se llama Causa y Efecto. Rebuena.
3.- El padrino de
Francis Ford Coppola (1972): Según yo intenté recomendar películas no tan conocida
pero El Padrino, todas, merecen estar
en este mundo. Habla sobre la mafia italiana, la traición, la familia y el espagueti.
2.- Mr. Nobody de Jaco Van Dormael (2009): [El soundtrack
es maravilloso]. Dura más de dos hrs, tome sus precauciones. De a ratos se
vuelve tediosa pero es una joya. Los espacios de ambigüedad desarrollan su
estética. Si a usted le gustan las matrioskas y el amor, esta película es suya.
Llévesela, arrópela, dele comida.
1.-
Contra la pared de Fatih Akın (2004):
Esta belleza la vi en estado de ebriedad y dije “woooh, qué peliculón”, luego
la vi sobria y dije: “¡es mía, mía, mía para siempre!” (dramatización incluida).
Es oro puro. Comúnmente la recomiendo a muy pocas personas porque de
verdad es de mis favoritas, pero oye, hay que hacer comunidad, así que va para
todos (:D). Habla de la agonía existencial: amor, sexo, drogas… Recomiendo la
vean en sobriedad, de lo contrario irán por una botella de cerveza y se
cortarán las venas. O sólo se beberán la cerveza…
(Esperen con ansias la
segunda parte).
Brenda Castillo
(@Ladurie_)

enero 31, 2016
Para leer con una copa de cianuro
El
año pasado pregunté en Twitter que qué les gustaría que les recomendara. Las
opciones fueron: libros, películas, alcohol o las tres opciones, y sí, ganó
esta última; así que esto me llevó a la reflexión. Y hoy, un domingo cualquiera
(tengo mucha tarea pero también tengo ganas de recomendar), les recomendaré
seis maravillosos cuentos que tienen que leer si realmente son poetas malditos
(o sólo si les gusta leer). Esta lista está basada en mi peculiar y taciturno
tacto, espero os guste.
6.-
“Rubén” de Luis Britto.
Si
es texto breve, con oraciones cortas: es seguro que me gustará. “Rubén” es un
cuento fronterizo, cíclico y estremecedor. Te sentirás él, sabrás por lo que pasa. Ahora eres Rubén. Busca a Britto: persíguelo.
5.-
“Manos” de Sherwood Anderson.
Este cuento lo leí la semana pasada y es fascinante, de verdad. A pesar de ser corto, su análisis literario es imprescindible. Sherwood es
considerado el padre de la narrativa breve, y sí. Y mucho.
4.-
“El ahogado más hermoso del mundo” de Gabriel García Márquez.
Éste es uno de
esos relatos que lees en el pasado y lo recuerdas con una sonrisa en el
presente. En lo personal me encantan los cuentos de García Márquez porque
tienen esa poesía que habita en tu memoria. Para siempre.
3.-
“Colinas como elefantes blancos” de Ernest Hemingway.
Para aquellos que
desconocen la narratología, posiblemente este cuento sea sólo bueno,
pero para los otros, estas personas que más o menos conocemos sobre el tema,
sabremos que el diálogo, la focalización, los símbolos; hacen de este cuento un
cuento impetuoso, entrañable, desgarrador, triste. Para mí, evidentemente,
primordial.
2.-
“Las manos que crecen” de Julio Cortázar.
Es necesario reproducir la ominosidad
de esta historia, cuando lo leí pensé, en serio, que algún día me pasaría lo
mismo, ¿por qué? Porque Cortázar es cátedra, es magia, es. No sólo hay que leerlo superficialmente, hay que profundizar en éste y en todos sus cuentos. Satisfacción garantizada o le devolvemos su dinero.
1.-
“¡Adiós, Cordera!” de Leopoldo Alas.
Si se trata de llanto, éste. Cuando
lo leí me caí de tristeza, pero el relato no se debe leer sólo para cercenarnos por dentro, ya que está perfectamente escrito y… bueno, sí es para
cercenarse por dentro. Recomiendo pañuelos, una copita de cianuro y hasta la próxima.
Brenda
Castillo
(@Ladurie_)

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