Te dicen “escribe tus propósitos”.
Los escribes. Te dicen “no te estreses”. No te estresas. Te dicen “no seas tan
exagerada”. Intentas no ser tan exagerada. Te dicen “¿y sí pasó?, ¿es real lo
que cuentas?”. Y ahí ya no sabes, dudas de lo que viste, piensas que tal vez no
pasó y lo escribes. No lo inventas, describes. Como cuando te hacen falta
limones y aguacates y lo escribes en un papel para después comprarlos. Los
limones y los aguacates son reales porque hacen falta, alguna vez estuvieron
ahí, son reales. Escribes tus propósitos: escribir más, ser menos exagerada,
replantearme si las cosas que platico realmente pasaron. Piensas que
probablemente es cierto: estés perdiendo la razón o que tu imaginación es tan verdadera
que se unifica con la realidad. ¿De qué se trata todo esto? ¿Por qué he de
desprenderme para encajar? ¿Por qué a los demás les molesta que exagere? ¿Por
qué no me creen?