septiembre 18, 2016

Voy a contarte algo:

Abrí este blog porque me gustaba alguien que también tenía uno, entonces ambos escribíamos y nos leíamos. Tengo ese lado cursi, ¿sabes? Luego él ya no escribía, pero yo sí. Él se fue, y yo me quedé. Seguí escribiendo.
Un día, recibí una noticia que destruyó una parte de mí (fue algo que afectó directamente las convicciones de mi futuro, no me gusta hablar de eso, a veces no me gusta hablar de ciertos temas con nadie, de verdad, con nadie), y me alejé de todos, y lo único que me quedó fue este blog para confesar todo eso que sentía, que me hería. Después, mucho después, mi vida más o menos mejoró. Borré muchas entradas que tenía aquí porque lo único que me provocaban era sufrimiento. Dejé lo que más o menos me representaba. Siempre que vuelvo acá, es porque estoy mal, y subo algo y digo, “bueno, ahí se va” como un mensaje dentro de una botella en el mar. Trato de dejarlo todo aquí, no es posible. En fin, intento hacer algo por mí.
Quiero mucho este espacio porque es mío, esa sensación de libertad realmente me alivia. Me gusta saber que hay alguien leyéndome y a su vez, identificándose con algo que comparto.
Sólo es eso.


B.

Creación antisocial:

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